A veces, sí es verdad que doy algún paso más allá de lo que debo, pero a ver quién está libre de sujetar absolutamente todo su comportamiento a razones. El capricho juega su parte. Así, cuando concluyo el examen diario y encierro en mi telaraña particular las múltiples caras de la dominación, entonces, puede suceder que me cueste discernir lo que son sensaciones externas, del fenómeno interno más importante: el de mi propio yo. Por eso no puedo saber qué parte de mí se queda encerrada en la pequeña telaraña —unida a mi
materia prima— para nunca más lograr su recuperación.
Es una amenaza que forma parte del juego. Y no voy a renunciar a él
Toda una reflexión. Además, me haces replantear qué o cuál y cómo deben ser las entradas de un blog.
ResponderEliminarEsta es una entrada pequeñaja.
ResponderEliminarPaso por momentos extraños en la redacción de una historia. A veces me florecen cosas, y otras se me empiezan a caer.