lunes, 3 de junio de 2013

"Cada día mueren miles en el frente y yo dirijo un enorme aparato para un par de casos"


La frase que encabeza la anotación pertenece a la película, de 1957, El diablo ataca de noche: cine negro ambientado en el torbellino de la Segunda Guerra Mundial. Un policía investiga una serie de asesinatos que parecen obra de un solo individuo. Lo que pasa es que, en sus pesquisas, de pronto entra un invitado no querido: las SS. Si ya es difícil emprender una investigación criminal en tiempos de paz, en donde el agente tiene que arremangarse los brazos para meter la mano en la sentina de la sociedad, en tiempos de guerra todo se complica y se confunde. El país supedita su horizonte vital al esfuerzo bélico y la verdad queda subordinada a éste.
El personaje que pronuncia la frase que intitula estas letras se pregunta qué sentido tiene su trabajo: ¿Qué más da una pequeña muerte más detrás de las líneas, a quién le importará cuando los compatriotas están cayendo heroicamente en el frente? La respuesta más sencilla es no complicarse la vida, tratar de hacer la vista gorda. Lo tienen más fácil que en tiempo de paz, pues bajo el horror universal, quién va a reparar en uno local, minúsculo.


Unos años después de que Robert Siodmak rodara en Alemania El diablo ataca de noche, Anatole Litvak dirige La noche de los generales (1968), en donde los sospechosos son nada menos que varios generales alemanes y el abnegado policía un oficial de menor rango. Por último, quería reseñar también un tercer título, más reciente, de 2011: Silencio en la nieveGerardo Herrero, su director, nos cuenta otra historia detectivesca, esta vez durante la campaña de la División Azul en la Unión Soviética. En pleno frente ruso.

Los protagonistas de estas tres películas son tipos anodinos, funcionarios que se limitan a cumplir sus funciones de siempre: dar con el asesino. Pero bajo la guerra estas han cambiado, a pesar de lo cual, ellos no se adaptan. En este entorno se han alzado a la cabeza de la estructura social nuevos personajes que hacen de lo bélico razón de estado, lo que lo vuelve del revés todo, incluso la propia alta función de la policía que es perseguir a los victimarios hasta ponerlos a disposición judicial.
Claus Holm en el film de Siodmak, Omar Sharif en el de Litvak y, finalmente, Juan Diego Botto interpretan a unos investigadores que bregan contra corriente en un ambiente preñado de violencia y donde la vida tiene tan escaso valor.

Imágenes: El diablo ataca de noche, La noche de los generales, Silencio en la nieve.