sábado, 10 de diciembre de 2011

Colino y las arañas 29/29

Jiménez no dejó de pensar en el ayudante el resto de la jornada. Sin embargo no se obsesionó. Con los años, el alquimista había aprendido a ir relativizando las preocupaciones, a que no se enseñorearan de su vida domesticándole anhelos y alegrías. Pero esta virtud de poner perspectiva en todo suponía algo previo en la persona: el sosiego del que se sabe no perseguido, del que se sabe seguro. Jiménez, hacía ya mucho tiempo que se sentía así. No era el caso de Dana, en cuya naturaleza, marcado a fuego, dominaba el instinto de vivir con la sospecha hacia todo. Para alguien como ella, las preocupaciones no se relativizan, sino que se agravan y conducen al temor, a la amenaza, y el corolario prendido a ella, la agresividad.
Ya en casa, no pudo callar. Jiménez comentó a Dana la conversación con su ayudante sin revelar, en cualquier caso, los reproches de este, especialmente en lo tocante a los interrogatorios, o sus insinuaciones, sobre todo respecto a las llamadas anónimas. No la quería enterada de esa parte. Y si bien lo logró, obtuvo el mayor de los fracasos a la hora de tranquilizarla por la amenaza latente que suponían las sospechas del ayudante. No acertó a quitar importancia —o no se molestó en hacerlo— al peligro que ese hombre pudiera representar, o si empleó alguna energía en ello no llegaría al resultado de inducir convicción sino, quedándose a medio camino, hilaridad cual si de un chiste se tratase. La única sensación que dejó todo el asunto en Dana fue que ese hombre conocía muchas cosas, demasiadas.
—¿Y qué sabe ese tipo? —Dana preguntó en un tono neutro.
—Lo suficiente para ponernos en peligro —Jiménez, sirviéndose un refresco frío, contestó sin darle importancia, con la sonrisa del que estuviera bromeando.
La mente de Dana volvió hacia atrás, al día en que ella relató a Colino los hechos de la muerte de su madre-araña.
… Y por eso me enamoré de ti. Porque noté que carecías de algo esencial a la naturaleza de los demás: la certeza de pertenecer a un rebaño. Enseguida me percaté de que tú eras distinto. Los rehuías como yo. Y cada vez que charlaba contigo mostrabas una inclinación al rechazo hacia tus congéneres. A veces llegué a creer que los odiabas.
Colino levantó la cabeza y habló con una voz desconocida para ella, una voz que era un torrente de ferocidad.
—¡Mátala, mátala! Hazlo por mí. Esa Carmina me está volviendo loco y terminará arruinando mi vida y la tuya también. Tú tienes la fuerza moral que a mí me falta, tanto por lo que te hicieron como porque no somos de tu especie. Yo te ayudaré, te daré ideas. Pero hemos de hacer algo, esa mujer nos pone en peligro.

Aun a pesar de conocer sus prontos desbocados, Dana recordaba la conmoción con que recibió aquellas palabras desnortadas de su marido, así como la metamorfosis que la vesania realizó en su semblante. Nunca hubiera creído en él tales pensamientos. ¿De dónde venía ese frenesí?, ¿es que a tanto llegaba el perjuicio que Carmina les acarreaba? Él nunca se lo revelaría. Sin embargo, el bancario había creído ver en la secretaria una amenaza sobre el hogar, el corazón de la vida de Dana, su guarida, y ella "tenía tanto que agradecer" a Colino.
Dana, poco a poco, fue saliendo de aquel recuerdo, como si emergiera de un trance. Solo era pasado, un puño sin cuerpo, de humo no más, tan lejano que ninguna influencia esperaba. Pero ahora tenía delante al policía, pendiente de ella. Jiménez todavía conservaba el vaso de tónica en la mano, aún con la sonrisa en la punta de sus labios. La mujer reaccionó, o reaccionó su cuerpo para tornar a la realidad. Se dio la vuelta y acercose a tomar un platillo con aceitunas de la mesa baja.
—Así que ese compañero tuyo sabe lo suficiente para ponernos en peligro, ¿eh? —comentó ella ambiguamente, de espalda al policía, sus dulces cejas ahora crispadas, ocultando en la sombra las pupilas reducidas a dos alfileres sin fondo. —Tú sabes que te debo tanto —se irguió y volviose, con inefable sonrisa, hacia el agente para ofrecerle el pequeño ágape. Cumplido el agasajo y tras depositar el plato de nuevo, puso los ojos en Jiménez— no tienes ni que pedirme cualquier cosa que quieras, aunque no me la digas —se ofreció mientras jugaba con una aceituna negra entre sus afiladas uñas.

10 comentarios:

  1. Querido amigo, luego de probar y probar formas, he logrado entrar a tu espacio y leer, increible final?? Retomando algunos comentarios de capitulos anteriores, es una maravillosa novela, original. Mis felicitaciones. Un abrazo

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  2. Y con este espléndido final que abre muchas ventanas y cava múltiples tumbas, acaba este relato. Casi que da pena verlo acabar. Lo que más me ha gustado: los equilibrios entre tantos géneros, su lectura ávida y divertida (que no es poco) y el retrato de la condición humana, en situaciones extremas. Será que todos tenemos algo de Dana, algo de tejedores.
    Y mis felicitaciones.

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  3. Lapislazuli, me siento agradecido por tu lectura y por la paciente labor de dejar tus comentarios que, ya lo imaginas, son fundamentales. Si te ha parecido en algo interesante recibo de ello mi satisfacción.
    Buen día y hasta pronto.
    Un abrazo

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  4. Pues muchas gracias, Igor, por llegar hasta aquí. Desde luego, todas las historias conservan algo íntimo, algo biográfico de quien las pone, aunque solo sea una foto. Me ha encantado ir recibiendo comentarios a lo largo de estos tres meses. El contraste entre la percepción propia y la vuestra ha sido fundamental para seguir adelante (y hacia atrás también, modificando y alterando)
    Lo dicho, una suerte para mí por haber sido leído, y hasta pronto.

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  5. Llego a tu blog al final de la historia. Los últimos capítulos se leyeron bien (en el último me lié algo intentando descifrar quién hablaba en los diálogos, pero puede ser la falta de familiaridad con los personajes). Algunos anteriores me costaron mucho. En tu próxima aventura literaria agradecería más puntos y aparte y espacios entre párrafos. Sin ellos, si tienes que interrumpir la lectura se hace engorroso volver a ella, porque no se encuentra fácilmente dónde te quedaste. Lo mismo si por cualquier razón te pierdes y tienes que releer algo.

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  6. Gracias por pasarte y dejar el comentario. Sí, a veces, el formato parece un turrón de denso que está. Y no es baladí, pues un texto apretado como un mazacote causa rechazo a priori.
    A ver si me pongo y le echo un repaso a la identificación en los diálogos, por si mejoro alguna laguna.
    Saludos

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  7. Me acabo de leer de un tirón la serie de Colino. Gracias por escribirlo, dafd. Colino es el verdadero monstruo de esta historia. Dana, una víctima peligrosa. El final nos remite al principio de la historia, con una mujer atrapada en su relación. Una relación que liquida para retomar otra con su... ¿padre?
    Respecto de la forma, el cuento es un alarde de virtuosismo. Seguro que muchos lectores lo valorarán, aunque a otros el esfuerzo tal vez les tiente a saltar sobre algunas descripciones.
    A mí me ha gustado sobre todo por su originalidad y su oscura descripción de la psicología de los personajes. No hay ni buenos ni malos y eso ayuda a la hora de sorprender al lector.
    He encontrado una errata. En 29/29 escribes "rebelar" cuando creo que es "revelar".
    Enhorabuena por terminarlo y suerte con su andadura por los concursos. A ver si sales del armario de una vez.
    :)

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  8. Gracias por pasarte y dejar esas palabras. Lo de "rebelar" es un buen resbalón. Esta errata ya no la voy a corregir en la anotación, sino en el cuento entero, sin pausas, cuyo vínculo está en la columna derecha.
    Colino el monstruo, ella una víctima peligrosa: no se puede clavar mejor la definición de ambos personajes. Las alternativas por una y por la otra parte no me gustaron.
    La forma en que has escrito esta frase "Una relación que liquida para retomar otra con su... ¿padre?", es justo la manera en que deseaba describir la relación de la mujer con el personaje del policía. Esos puntos suspensivos son lo que da el verdadero sentido a lo que quise expresar. Sé que es equívoco, o confuso incluso, pero creo que no lo sacaré de ahí.
    Voy con cierto retraso en todo. Ya he visto que has dejado una anotación en tu bitácora de mucha actualidad. Bueno, me paso ahora.

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  9. Grande, dafd, de corazón te lo digo, grande.

    Esta vez, sí, me has dado de lleno con esta historia y con cómo está escrita.

    Mi felicitación más absoluta y sincera.

    Insisto en que deberías empezar a moverte un poco más para darte a conocer. Tienes calidad y hondura suficiente como para hacer disfrutar a mucha gente. Yo voy a recomendar ahora mismo el blog a través de facebook, espero que no te importe.

    Saludos y gracias por tan buenos ratos.

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    1. Te lo agradezco. El ojo que me has echado es, como siempre, un ojo de rayos X. Las debilidades que me has levantado como si estuvieran ante un espejo, en dónde suceden, son muy valiosas. De tu mano las he visto.
      Respecto a recomendar, hombre, ya te imaginas que me llena de orgullo.
      Gracias a ti.

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