domingo, 4 de enero de 2015

Alumnos

Un buen maestro es capaz de crear una representación de la realidad y del mundo en sus discípulos, de la que inevitablemente ellos participarán y formarán parte. Cierta especie de complicidad, podría decirse. Por ejemplo, en La soga, de Hitchcock, un alumno cree haberla asumido mejor que su preceptor.

El hijo de un gran señor se había vuelto malvado. Un hombre muy pobre, que le debía todo al padre de este malvado, temiendo que el chico causase la deshonra al alto linaje al que pertenecía, decidió evitarlo. Para ello, asestó una puñalada mortal al hijo y se entregó a continuación a la policía. El hombre pobre hizo suya una comprensión del mundo, la de la protección del linaje, propia de los próceres del Antiguo Régimen (aunque puede que no de este gran señor en concreto), y la aplicó radicalmente sobre el desgraciado muchacho.

La sociedad es como una gran escuela. Y los maestros, los que marcan la que debe ser nuestra comprensión del mundo son… ¿quiénes son, si es que se da tal complicidad?

8 comentarios:

  1. Los verdaderos maestros deben marcar, además, un comportamiento ético.
    Por cierto, qué buena película has citado, ahora casi olvidada.

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    1. La soga, que viera hace tanto tiempo, me causó impresión: la semilla que deja un maestro es de una potencialidad muy difícil de prever.

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  2. Es un tópico, pero no quedan muchos grandes maestros o maestros, simplemente. He conocido a pocos y pocos tuve, aunque mucho los recuerdo a todos. Desconocía eso de La Soga. Espero verla y comprenderla mejor. Ah, como en los Siete Samuráis, de la sociedad poco o nada se puede esperar.
    La complicidad acaso sea un territorio para cercanías.
    ¿Generan los medios y las redes sociales gurús virales? Saludos.

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    1. Yo creo que la parte más poderosa de la sociedad crea magisterio, sienta cátedra en establecer modelos de comportamiento, pilares. Ya sea la propia ideología trasferida a través de la propiedad o los medios de producción, ya sea el púlpito y el confesionario, ya sea la propia educación, todo esto sin mencionar los medios coercitivos. Lo que pasa es que siempre hay manifestaciones que no están sujetas a ese magisterio. Los heterodoxos por ejemplo, las asociaciones obreras, internet...

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  3. Para mi, un buen maestro no es el que enseña el camino marcado, sino el que muestra cómo encontrarlo. El que hace que "aprendas a aprender". El que no te da un libro, sino que te señala la biblioteca y, cuando vuelves con el botín, te instiga a analizarlo. Por eso hay tan pocos, porque cuesta mucho dejar de lado nuestras propias ideas para que otro desarrolle las suyas, sobre todo cuando no coinciden.

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    1. Más que las respuestas, las preguntas son lo más importante. Jeje, ¿y quién te enseña a tener esa curiosidad? Tú lo has dicho: es el maestro. Pues él es quien te dota de un espíritu superador que propicia las cuestiones sobre aquello en lo que te manejes.
      El saber inculcar ese ejercicio de aprender a aprender, y el saber ejercitar la memoria de los discípulos inculcando en ellos unos contenidos, unos hechos y datos en un orden y en una organización determinadas son responsables, muchas veces, de nuestros enfoques futuros.

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  4. No es maestro aquel que imparte unos conocimientos que están en los libros, por muy lumbrera que sea, es maestro aquel que con su vida y su manera de actuar, hace lo que predica. Sí con su forma de vivir, te llega al corazón, ese será para ti un buen maestro, mira Jesús de Nazaret, enseñaba una nueva forma de vivir basada en el amor, a mi persomalmente me cautiva y le veo EL MAESTRO DE LOS MAESTROS, pero quizá para otros no sea nadie y sea otra persona la que tenga por maestro.

    Es un tema muy profundo y con muchos matices, desde los más básicos hasta los más filosóficos, todos somos discípulos y maestros al mismo tiempo.

    Un abrazo

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    1. Yo creo que Francisco de Asís se dio cuenta también de lo que dices y, por ello, su magisterio no se olvida. Hoy en día hay tantos, afortunadamente, que también se han dado cuenta: Vicente Ferrer, etc.
      No me había dado cuenta de esto que dices: que "todos somos discípulos y maestros al mismo tiempo". De hecho, a mí, en esto de los blogs, me está pasando lo primero.
      Un abrazo

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