Las lágrimas habían arqueado sus ojos, otrora agudos y perspicaces. Su espíritu se instaló definitivamente en una permanente melancolía, y su forma de vivir se construyó con los recuerdos luminosos del pasado..., unas voces alegres, niños que extendían sus manos hacia el trozo de pan blanco tan escaso en aquellos años, la luz cegadora del páramo en los campos agostados de la meseta.
La niñez truncada por el sonido lejano de unos sordos y secos disparos tras la vereda del cementerio.
Fue la última vez que vi a mi padre.
De él guardo su reloj de bolsillo, una pequeña enciclopedia -El tesoro de las escuelas-, las lentes, una foto de juventud con su sonrisa prometedora y puesta en el futuro, y, sobre todo, la honestidad que le acompañó hasta el final sin que nadie se la arrebatase.
Una vida arrancada. Su voz silenciada para siempre.
Tan solo, como único testigo, un hermoso espino blanco que florece en primavera, renovando el ciclo de la vida.
¿Aurora...? Bueno, me alegro por el escrito de Aurora.
ResponderEliminarEsta mezcla de recuerdo emocionado y lección. Hubieron hombre recios y honrados. Y estos niños de voces alegres y manos tendidas, "la luz cegadora del páramo en los campos agostados de la meseta", que imagen tan bella y potente.
Esto de instalarse en el pasado, ¡ay!. Las detonaciones cerca del cementerio son de aquellas que resuenan para siempre.
Saludos.
Hola
EliminarSoy Aurora y he compartido espacio en el peral seco.
Gracias por tu comentario, es cierto que no solo es importante conocer el pasado sino imprescincible, como decía el maestro Ortega, para evitar que la historia se vuelva a repetir pero, no se si verdaderamente aprendemos de los errores.
El olor a pólvora se disipó en el aire, mas por siempre quedaron esos lentes, esa fotografía, esa enciclopedia...testimonio de una fructífera vida y una muerte inútil.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola
EliminarGracias por tu comentario. Es cierto que las guerras han truncado y siguen cercenando vidas, quebrado esperanzas dejándonos vacíos y con muchas preguntas aún hoy sin responder. Cuántas muertes inocentes.
Saludos
Al peral seco lo he compartido con alguien más. Tomando ejemplo del blog Viaje a la nada, ahora esta casita de papel digital se hace plural y Aurora ha encontrado acomodo bajo sus leñosas ramas. Poco a poco vamos a ir haciendo más hueco para amueblarlo y adecentarlo de otra manera.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Aurora un placer conocerte a traves de esta intensa y bien lograda entrada
ResponderEliminaral florecer mantiene vivo el recuerdo en el ambiente
Abrazos a los dos
Hola
EliminarSí, el florecer es algo cíclico, los recuerddos siempre permanecen. Gracias por pasarte
Has hecho bien en dar espacio al texto de Aurora. Qué certera la imagen del espino...
ResponderEliminarEl espino, ese arbusto de apariencia tosca y hostil y que, sin embargo, florece unos sutiles y vaporosos pétalos que en nada tienen que envidiar a la flor más sofisticada.
EliminarImágenes llenas de fuerza y vida para recordar una muerte.
ResponderEliminarSintético e intenso. Muy buena carta de presentación la de la nueva inquilina.
Alguien dijo que nuestros muertos queridos, permanecen siempre vivos en los corazones de quienes les amaron.
EliminarSaludos