jueves, 1 de septiembre de 2011

Colino y las arañas 3/29

Lo que le asusta es este estado de absoluta concentración que parece que me enajeno. De bruces, aquí entre las sábanas, estoy como si hiciera un trabajo, un trabajo que exige estar muy atento. En realidad, sí me evado, me siento como si estuviera en una oficina. En lo que otros exigen un despacho grande con vistas a los tejados, yo me conformo con mi lecho para dormir y, claro, mi telaraña. Ella está ahí, encima de mí, exigua, quieta y muda, recordándome lo que soy: una minúscula partícula perdida que ni llega para hacer daño a los demás, ni va sobrada para defenderse por sus solas fuerzas de cualquier adversidad. Y, a su vez, ella constituye un mundo por sí misma, una entidad aislada, barreada por la urdimbre, es decir, una cárcel.
 Ella es una prisión para sí, como yo también estoy encerrado en mi propia celda. Pero los muros de mi cárcel son las trabas que la gente teje a mi alrededor, asfixiándome. Son mallas de poder más o menos tenues, a tramos hasta bastas, que yo compro pagando con bondad. Están hechas de todas esas pequeñas miserias que el día me ha arrojado para enterrarme, para esclavizarme. Por ejemplo la humillación del jefe haciéndose el bueno: "qué suerte la vuestra tenerme de jefe". Cómo no, también la típica estricta que rebusca en los protocolos para pillarme en un fallo. O el disponedor (por qué siempre tiene que haber uno) empeñado en imponer a los demás su propia organización de los horarios. Todos ellos alzan muros de subordinación, o incluso de posesión, para construir el rinconcito a que me quieren reducir. Los recuerdo uno por uno y los encierro en la estrechez de la telaraña, listos para el mercadeo.
En cuanto noto que lo hacen, que intentan recluirme, yo les ofrezco alguna buena acción, entonces ellos me sonríen..., y ya los tengo en el bote para manejarlos a placer. Les he comprado.
 Mi pequeña tela de araña, el almacén de comportamientos infringidos contra mí, es la razón por la que me entretengo tanto en vísperas del sueño. Lejos debe quedar cualquier temor a perder el juicio, como mi mujer teme, pues, en lo que me llevo entre manos, nada hay de arbitrario, al contrario de como se dice del modo en que obran los locos.

5 comentarios:

  1. Tengo un pie fuera de casa. Mañana estoy aquí. dafd, me está gustando.

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  2. Fascinante, dafd. Muy sorprendido. Alejado (no estoy seguro) de lo fantástico, te desenvuelves de maravilla. Un análisis del mundo que me deja helado, que sí, que en gran parte es así. Para que engañarnos a estas alturas. Mucha literatura. Los símiles, las reflexiones, las metáforas. El perfil de este personaje que no requiere de nada para sostenerse y captar la atención.
    PD: un matiz crítico. "por sus solas fuerzas" en la sexta línea. Sonaría mejor con "propias fuerzas", aunque sea más tópico.
    Saludos.

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  3. Luego se vuelve un típico relato de fantasía, sin mucho más. Quizá se me va perdiendo en el camino el buen aceite.
    Respecto a la PD que me pones, verás, se me ocurrió la bobada de que acumulaba varias pes seguidas. Por eso plantifiqué ese solas en "por sus solas fuerzas", para no añadir más leña pepera al fuego. Un argumento peregrino porque seguro que crearé aliteraciones, sin querer, un montón de veces más adelante.

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  4. Vaya, muy sorprendido por el comienzo del relato. No me lo esperaba. Venía solo a echar un ojo y me estoy quedando...
    Quizá el "la" de "lo que la asusta" no sería un "le"?

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    Respuestas
    1. Hola
      Sí, sí, es verdad. Lo acabo de corregir, pero no en la anotación misma sino en el cuento completo que está en la columna de la derecha.
      Bueno, toda la sorpresa está al principio, luego es mucho más convencional.
      Gracias por pasarte.

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