viernes, 28 de octubre de 2011

Colino y las arañas 17/29

El teniente gruñó algo y mandó a paseo a su subordinado, quien, por fin, pudo salir del despacho con un suspiro de liberación. A Jiménez no le gustaba aquel hombre. Se podría decir que jamás congeniaron. Sus modales maleducados y soberbios se mezclaban muy bien con la actitud despótica de que hacía gala en cada ocasión posible. Jiménez, libre y disperso, había estado gozando de las crepusculares maneras del provecto predecesor del teniente. Cinco felices años de recomendaciones, ligeros reparos y enhorabuenas, trocados a partir de la toma de posesión del actual jefe por órdenes, broncas y silencios.
―¿Ya no me necesita? ―Jiménez había llegado hasta su mesa en donde Dana, la mujer de Colino, aún esperaba tras haber declarado por el intento de asalto de que fue objeto.
―Todo arreglado. Puede marcharse ―el agente acompañó a la testigo hasta la puerta de la comisaría. Una atención por la que Dana no acusó extrañeza alguna.
―Demostró una gran frialdad ante aquel macarra. Es más, creo que no sintió miedo, sino irritación. Créame que los de esa clase no se andan con remilgos. Podría haber sido peligroso ―explicó Jiménez de camino a la calle pasillo abajo.
―No me asuste, que no ha pasado nada ―se quejó Dana, aunque en un tono despreocupado. Luego, algo más interesada comentó: ―ha sido usted providencial, sin duda. Todavía estoy preguntándome cómo apareció.
―Estoy de ronda por aquella zona.
―¿Por algo en particular?
―Sí.
―No será por mí, ¿verdad? ―se interesó Dana con una sonrisa algo forzada, más cerca de la inquietud que de la broma.
―Estoy tras otra persona.

―Repite eso ―le cortó Colino a su mujer.
―Dijo esas palabras, «estoy tras otra persona».
―¿Y después?
―Nada ―la mujer contestó con una despreocupación que contrastaba con el nerviosismo de Colino―, llegamos a la puerta de la comisaría y él se despidió.
―¿Se llamaba Jiménez?
―Sí, un tipo alto, con gabardina y sombrero.
―Hoy la gente no viste sombrero, ―reflexionó Colino acordándose del inspector que le hizo preguntas sobre la muerte de Carmina en el banco. El tipo llevaba en el brazo una gabardina y en el cráneo aquel sombrero clásico, tan llamativo por inusual. Colino empezó a incubar la ocurrencia de que esa "otra persona" a que aludió el policía fuese él mismo.
―No estés tan nervioso. Al fin y al cabo no me sigue a mí ―Dana alteró un poco el tono de voz.
―No entiendes nada porque no eres del todo humana y crees que todos te persiguen ―explotó Colino en un arranque de mal humor. Dana se encogió.
―Los hombres somos peligrosos ―añadió el hombre fuera de sí.
Dana volvió a recordar los hechos que acabaron con la vida de su madre. La herida abierta no cicatrizaría porque nunca había dejado de ser una fugitiva. Su única vía de contacto con el mundo era Colino, a quien le debía todo. Para empezar su libertad, o lo que quiera que fuera. Pero eso la obligaba a estar a merced de él.
―Entonces, ¿qué hago?
―Evítale, no hables con ese tipo. Si te llama, no le contestes. Si te pregunta, dile que hable conmigo.
Dana se obligó a levantar la vista. Estaba cansada de pensar, de prevenir, de disimular, sorteando a personas que, como aquel policía, fueran curiosas. Se había pasado la vida buscando un ser que la acogiera sin preguntas. Las preguntas socavan la solidez. Son azadones y picos que abren las paredes, los muros que nos protegen, e incluso afectan a los cimientos de la persona. Colino nunca había hecho preguntas, hasta que por un increíble arranque de mal humor, ella se descubrió. Ahora no podía huir de él. De hacerlo, estaba segura de que sería capturada. Por eso debía acatar la voluntad de su marido, sacrificando la propia.

6 comentarios:

  1. Las preguntas. Que nos socavan y pueden llegar a matar al otro. No, Dana no es del todo humana. Logras que sea mejor, más sincera con todo, que el resto de homínidos. Me voy dando cuenta, aquí, la única persona generosa es ella. Los demás son lobos, incluído Colino. ¿O no? Es una de las dudas que tengo.
    Las preguntas socavan la solidez. ¡UUU!
    Saludos.

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  2. Tus dudas, la verdad, no dejan de darme alguna luz también a mí.

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  3. Solo una sonrisa cuando Colino dice "no eres del todo humana", luego mas intriga, habra que esperar la luz que esta te esta llegando. Un abrazo

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  4. Bueno, me parece que casi el pescado está todo vendido. Ya queda poca intriga, creo, por delante.
    Saludos

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  5. Jajaja, eso dijiste hace algunos fragmentos y la cosa sigue que arde. Me encantan esas reflexiones que de manera aparentemente casual intercalas con la trama. De verdad que estoy flipando, dafd.

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