jueves, 22 de septiembre de 2011

Colino y las arañas 5/29

―¿Qué buen chico? ―le dio una palmada el jefe a Colino―. Y no crea que necesito hacerle la rosca ―salían los dos hombres acompañados de Carmina, la secretaria, del despacho del jefe. Este, muy animado, mostraba mucho afán por su bancario.
 Colino desvió la mirada. Todo su esfuerzo de voluntad alcanzaría a esbozar una sonrisa falsa. Así que juzgó más inteligente escabullir el rostro, no fuera a salirle un efecto contrario y en vez de animar al jefe, lo indujera a recelar. En realidad, a Colino, los excesos de afectuosidad de su director le importaban muy poco, más bien le parecían hipócritas porque superlativas y molestas resultaban sus demandas.
 ―Eso pensamos todos ―susurró Carmina con ambigüedad.
 El jefe hizo caso omiso al tono desdeñoso de la secretaria e invitó a pasar adelante a Colino, honor que éste declinó con gracia; “lógicamente” infirió el jefe para sus adentros interpretando el gesto como manifestación de humildad; “qué pelota”, fue la reflexión que Carmina se hizo de las falsas actitudes serviles de Colino.
 Con Carmina, la secretaria, Colino ensayó muchas recetas para cocinarse su amistad, o al menos alguna clase de sintonía, pero ni los guisos ni la música le dieron resultado. La mujer le había tomado una manía inexplicable que no había forma de neutralizar. Este fracaso tan monumental estaba agobiando al bancario hasta el punto de convertir a Carmina en una especie de obsesión. Hablaba de ella a todas horas, incluso en su casa. Dana escuchaba ese nombre continuamente, y, siempre, acompañado de un deje entre melancólico y rabioso.
 Colino estaba empezando a cuestionar su estrategia. Pues la de procurar caer bien no le estaba sirviendo para obtener la voluntad de la secretaria. Sencillamente era refractaria. Lo inteligente habría sido abandonar, reconocer que no siempre uno logra la subordinación de todos, que siempre quedan elementos subversivos que escapan al control.

7 comentarios:

  1. ¡Por fin he encontrado tu blog!
    Y no gracias a tus indicaciones, je je.
    Deberías darle más publicidad.

    Sabía que escribías -que lees mucho lo sabe todo habitante de Fandomlandia-, pero no que pudieses utilizar un vocabulario tan rico.
    Tienes un estilo muy hermoso, aunque debo reconocer que he necesitado recurrir al diccionario.

    Me gusta la historia de Colino que estás escribiendo y el uso de dos niveles de narración distintos. En la entrada anterior -el último de los monólogos- se empieza a vislumbrar el gran problema que tiene el personaje: de tanto fingir, acaba tan desdibujado que ni él mismo se reconoce. Es un pragmático que no valora la autenticidad y por eso se siente anonadado ante la actitud de Carmina.
    Es una historia con una gran carga psicológica -como nos gusta-, siento curiosidad por saber cuál será la trama principal.

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  2. Sí, es verdad. Debería de haber compartido más el blog.

    Eso que comentas sobre esta historia del personaje de Colino me da alguna luz que no había visto. Te agradezco tu perspectiva. Siempre cabe hacerse más preguntas sobre uno mismo, sobre lo que hace o escribe. Es importante mantener la ilusión de ahondar en los porqués. Sin ilusión no hay estímulo.

    Aprovecho la oportunidad para trasmitirte todos los ánimos para que sigas adelante con esa curiosísima historia en que estás inmerso: Los cuentos del Coleccionista, cuyos primeros episodios pude bajar desde tu bitácora.
    Un saludo

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  3. MMm. Un psico. O un giro sorprendente. Cuando tenía delante a un perfecto hombre araña, resulta que amanece con una rebelde, "refractaria". Jugoso lenguaje.

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  4. Buen análisis el de Josep Martin. Muy bueno.

    (otro que pide más publicidad para el universo dafd, letras que se repiten cuando tecleas al azar el teclado...)
    Un abrazo.

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  5. Sí, sí, la de Josep, creador de mundos verdaderamente sorprendentes, es una reflexión que me está dando vueltas, porque creo que yo no le doy vueltas a ella.

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  6. Buen giro. Veamos. Eso sí, la primera pregunta-frase del jefe no acabo de cogerle la lógica. No sé si es que hay algún error o es que sencillamente hay algo que se me escapa.

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    1. Buf. He tenido que revisar un poco la cosa. Es una escena que empieza así, de cero, sin aludir al pasado inmediato. Vaya ojito que tienes. Gracias otra vez.

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