miércoles, 22 de diciembre de 2010

El bosque de los ogros 5/25

De un denso majuelo emergió una criatura endiablada. Barrigona y de preocupante dentadura, no lucía vestido con que ahorrar espanto a los ojos. De brazos larguísimos, piernas gruesas y cortas, parecía la caricatura de un holgazán dibujada por un loco. El miedo que Lus hubiera sentido hasta entonces se le quedó pequeño, tanto que a punto estuvo de chillar y salir por piernas. Y no fue la prudencia lo que se lo impidió, sino el ruido apagado de unos golpes y alaridos. Los gritos le pusieron la piel de gallina: roncos y agudos. Una mezcla entre impotencia y dolor. No le cupo ninguna duda de que se trataba del grupo que le seguía, soldados armados hasta los dientes y dispuestos a matar. Luego volvió el silencio, tan cerrado como si nunca hubiera sido roto. Un silencio que constituía, en sí mismo, la auténtica frontera entre el mundo familiar, el de su aldea, su vida, y el nuevo en el que se internaba, a cuyo primer zarpazo ni siquiera los temibles hombres salvajes habían sobrevivido. Allí, aplastado contra el promontorio de raíces al pie de un viejo roble, se empezó a arrepentir de haber tomado este camino en vez de seguir el de sus cinco compañeros.
Casi como si la realidad se riera del pensamiento que acababa de tener, un segundo ogro de parecida fisonomía y volumen de panteón se irguió un poco más adelante. Hasta ahora esta segunda criatura había permanecido oculta, mimetizada en la roca gracias al color y forma de su cuerpo. El primer ogro gruñó algo y el recién aparecido se desperezó, goteando barro por su hirsuta hechura desmañada. Lus observó con curiosidad la llamativa ausencia de parte de su brazo izquierdo desde más abajo del codo. Las luces de las antorchas se filtraban lo suficiente entre la floresta como para apreciar la manquera, aun a esa hora.
‒Me parece que faltan dos ‒roncó uno de los ogros.
‒Yo he visto pasar a tres.
‒No sabes contar hasta nueve como yo. Entraron al bosque siete y cinco han pasado por delante de tu hocico de perro. Luego quedan dos, que se habrán vuelto o estarán por aquí.
‒Haciéndote el listo otra vez. Te las das de que sabes, por eso cuentas por demás.
‒Cállate, bobo. Si no tienes ni idea de nada deja a los que valen. Tú solo obedece.
Los dos se movieron con parsimonia pero sin pesadez en sus andares y se liaron a mamporros entre sí. Pero no se conformaron con las manos, sino que pusieron a viajar esos apabullantes caninos de verraco. El resultado, para aturdimiento del pobre Lus, fue la muerte del manco. El que sobrevivió, agotado y mal herido, no se cuidó de su congénere sino que se marchó, dejándolo allí tirado, expuesto a las alimañas.
Tras un tiempo prudencial, el atribulado Lus empezó a querer moverse. No por voluntad propia, que la tenía hambrienta de la paz hogareña, sino por la irrupción de unos animalejos desconocidos para él, parecidos a arañas pero como ratas de grandes. Adivinó enseguida a qué comparecían, pues sin dilación empezaron a dar cuenta del cadáver. Cada cosa a su tiempo, cada sentimiento respondía a un miedo; cuando los ogros, por ellos, cuando estos arácnidos, lo mismo. Los terrores se amontonaban y Lus los ordenaba según le venían.
Afortunadamente la abigarrada capa de chirpial y arbusto creaba un sotobosque de una altura algo inferior a la de un hombre que, si bien dificultaba la marcha, permitía avanzar con disimulo. El muchacho no lo dudó: fue haciendo su camino, entre arañazos de la maleza, mientras los bichos engullían al ogro. Poco a poco se fue alejando de la escabechina, sintiéndose más sosegado con la tierra extra de por medio que iba ganando. Así y todo no se descuidó de lo suyo que era sobrevivir, que cuando presentía una sensación, aunque no viniera acompañada de sonido, ni olor, ni presencia, ni nada, se pegaba al suelo quieto como una piedra.

2 comentarios:

  1. La lectura es un placer. ¡Cuántos se olvidan de eso, de contar! Hay dos frases que me han encantado: "volumen de panteón" y "pusieron a viajar esos apabullantes caninos".
    Creo que lo de "por voluntad propia" lo has utilizado en el anterior fragmento. Creo.
    Saludos.

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  2. Lo estoy mirando ya. Si eso quito el otro. Gracias.

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